París, 31 jul (Prensa Latina) Historia, hazaña, espectáculo, pocas veces un deporte en Juegos Olímpicos ofrece tanto en una noche para el delirio del público, como la natación de París 2024.
Por Fausto Triana, enviado especial
Para ser lacónico, Léon Marchand. Poco más de dos horas, 400 metros de piscina, dos estilos diferentes, mariposa y pecho. Dos títulos olímpicos con récords en un santiamén.
Una velada colosal e irrepetible, con un protagonista de excepción, aunque parezca redundante, el francés Léon Marchand, y dos veteranas casi legendarias, la estadounidense Katie Ledecky y la sueca Sara Sjostrom. Y si faltaban proezas, primacía mundial de los 100 libres del chino Pan Zhanle, con 46,40 segundos.
Empero, lo de este chico de Toulouse de 22 años, con rostro de niño pícaro y mirada soñadora, puso a prueba la mística de los cronómetros y los límites humanos. Rugían los aficionados, el grito de Léon se repetía a coro y cada brazada en los 200 pecho era una fiesta.
Logró lo que nunca nadie hizo. Le respiró en el rostro a Michael Phelps. No dio tregua ni esperanzas. Tomó ventaja en los primeros 50 metros, la aumentó en los 100 y remató en 150. El resto, fue cuestión de tiempo y los relojes no mintieron: 2:05.85 minutos, nueva cota olímpica.
Se atrevió en los 200 metros mariposa para colgar en su pecho un segundo oro (el anterior en 400 estilos), sin que fuera favorito. Ya desde ese momento, se avizoraba el nacimiento de una nueva leyenda de la natación mundial.
No parecía inquieto por lo que se antojaba imposible y dio el primer gran paso: derrotó al recordista mundial y campeón olímpico de los 200 metros mariposa en Tokio, el húngaro Kristof Milak.
Marchand, con todo el empuje de un público enloquecido, quería ser el primer nadador de la historia en ganar en una misma jornada dos preseas áureas. Le quedaban los 100 metros braza.
Administró energías en los primeros 150 metros mariposa, dejando a Milak dominar la prueba. A unos 25 metros de la meta, puso el turbo, sobrepasó al magyar y se hizo del metal dorado de forma rotunda. Su tiempo, 1:51.21 minutos, plusmarca olímpica, un aviso.
Ni siquiera Michael Phelps, su ídolo, logró un doblete insólito en la reina de las disciplinas acuáticas. «Esto no ha terminado», zanjó el «felino» galo dirigiéndose a los graderíos de La Defense Arena.
Entre prolegómenos y fantasías deportivas, apareció Ledecky, seria, concentrada, dispuesta a sacarse la espina de su archirrival australiana Ariarne Titmus y con muchos deseos de ampliar su colección de tesoros olímpicos.
Dudas, ninguna, saltó a la pileta, en dos salpicadas dejó claro quien era la patrona, y sacó sólida ventaja en unos 1,500 metros libre aburridos. Registro olímpico de 15:30.02 minutos y octava medalla de oro en estas instancias.
Sus seguidoras, a distancia, la francesa Anastasia KIrpichnikova (15:40.35) y la alemana Isabel Rose (15:41.16 minutos).
Antes, la veterana ondina sueca Sara Sjostrom reverdeció laureles y a sus 30 años logró otra de las hazañas ya memorables de París 2024: triunfar en los 100 metros libres para sorpresa de sus contrincantes.
La nórdica detuvo los relojes en 52,16 segundos, visiblemente emocionada y dejando atrás a la norteamericana Torri Huske, 52,29,y a la hongkonesa Siboan Haughey con 52,33.
Una referencia de la natación, con cinco Juegos Olímpicos, con un balance notable de cinco medallas, tres en Río de Janeiro 2016, oro en 100 mariposa, plata en 200 libre y bronce en 100 libre; una de plata en Tokio 2020, en 50 libre y ahora, la dorada de París 2024, probablemente la más resonante.
Como se cierra una jornada increíble en la natación olímpica, pues con un tritón chino que desplegó la carrera más rápida de la historia en el hectómetro de las piscinas.